viernes, 24 de octubre de 2008

Villano # 21: Conde Orlok


Título Original (y en español): Nosferatu, eine Symphonie des Grauens ("Nosferatu, una sinfonía del horror" o sencillamente "Nosferatu").
Actor: Max Scherck.
Año: 1922.

"¿Es esta tu esposa? ¡Qué hermosa garganta!" le comenta descuidadamente el Conde Orlok a su invitado londinense, Thomas Hutter, mientras sostiene ansiosamente el retrato de su prometida, Ellen. Unos metros más adelante en el celuloide, el mismo Conde observa desde la ventana de una ruinosa construcción a la persona de la foto; en un etéreo diálogo con a la que desea hundir sus colmillos en su "hermoso" cuello. Repugnante, simple de mente pero increíblemente efectivo y extraordinariamente estilizado, la sombra de este vampiro recorriendo las paredes en camino de sus víctimas, es como ese lado oscuro de la mente en la que están encerrados esas cosas que llamamos miedos, y que desaparecen con el alba.

Estamos hablando de Nosferatu, un villano que casi deja de serlo, porque cuando buscamos en él cualquier síntoma de "malo encantador" o "seductor", encontramos... bueno, unas muy largas uñas. Las sutilezas fueron severamente reducidas en el presupuesto: el personaje no tiene otro objetivo (¿valdría decir condena?) que vagar por el mundo en busca de nuevos ingenuos a los que matar por su sangre (nada de nuevos vampiros: directo a la tumba), trayendo consigo tormentas y ratas. Pero entonces: ¿Cómo es que está en nuestra lista de villanos? Pues bien, nuestro Nosferatu parece un viejo victoriano que maquina sus asesinatos en solitario y sin mucho pensarlo, pero tan eficientemente que sus víctimas no tienen ni idea que cada noche viene por un trago más de su preciosa sangre. Con sus maneras torpes de hacer las cosas, solamente no queda admitir nuestra propia idiotez, porque más allá del miedo que produce nos paraliza la fascinación, de verlo acercarse... O al menos eso es lo que le ocurre a los personajes de la película, que en vez de correr simplemente dejan que él llegue.

El alto cuerpo del para entonces cuarentón Max Scherck, suficientemente maquillado para la labor de dar vida a su personaje, no puede haber sido mejor escogido: todavía ese cuerpo delgado y estirado nos produce, sino terror, seguramente repugnancia, y es el papel por el que más se lo recuerda... claro si es que hay alguien allí afuera que todavía vea películas de la época de nuestros abuelos.

Como en la época no se hacían trailer, sino escalofriantes pósters, aquí les dejo mi escena favorita... Disfruten.

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