martes, 7 de octubre de 2008

Nosferatu: no es una película de Drácula.

Título Original: Nosferatu, eine Symphonie des Grauens.
País: Alemania.
Año: 1922.
Género: Terror.
Duración: 94 min.
Estudio: Jofa-Atelier Berlin-Johannisthal; Prana-Film GMBH.
Director: Friedrich Wilhelm Murnau.
Ficha: http://spanish.imdb.com/title/tt0013442/

Los alemanes llevaron al Drácula al cine… Sí, así es, paradójicamente, cómo un personaje londinense encontró en la Alemania de la Post-guerra, su lugar en la Gran Pantalla. Una ficción que siempre ha pretendido tener un sitio en la realidad, cuando el mito tiene sabor a leyenda, desde que Bram Stroken escribiera el libro original de este personaje nocturno. Nosferatu no es sólo una película que cuenta una historia, sino que también posee su propia historia: la de cómo casi desaparece por haber violado los derechos de autor. El guión de la película, y el prototipo de vampiro que nos ofrece, están marcados por este suceso.

Realizada dentro del interés por lo terrorífico del Expresionismo Alemán, era la primera película de la compañía Prana-Film; y la última, ya que les costó la quiebra. Al no poder obtener los derechos de la obra original, se decidió continuar adelante, cambiando nombres, importancia y roles, y hasta eliminando personajes. La palabra “vampiro” se convierte en “nosferatu”, supuestamente rumana (en realidad todavía están buscando a qué lengua pertenece y qué significa). Pero no era suficiente, así que decidieron ir más allá e inventarle características al personaje; como que muriera por los rallos del sol, obligándolo a dormir de día (¿Suena conocido?).

Filmaciones en castillos eslovaquios, trucos de cámara, puertas que se abren solas y sombras de un ser de uñas muy largas en el cuerpo delgado de Max Schreck (un cuarentón), hicieron de la película un éxito comercial. Claro, eso fue hasta que los herederos de Stroken demandaran y ganaran el juicio que dictó la eliminación física de las copias de la película. Afortunadamente eran tantas que algunas se salvaron.

El vampiro de Nosferatu, a diferencia del Drácula de Bela Lugosi, es repugnante como un roedor (al que se parece), y sus víctimas mueren en lugar de convertirse en nuevos vampiros. Pero es, sin duda, encantadora. Su mito perdura, y ha originado secuelas de calidad y creatividad que son dignas de ver (en especial la versión de 1979 y La Sombra del Vampiro). No podemos olvidar al malvado Nosferatu que tiene que correr, cargando su viejo ataúd, en busca de refugio para no caer muerto en los brazos del alba.

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