martes, 7 de octubre de 2008

Los Nibelungos: amor y dolor con sabor alemán.

Título Original: Die Nibelungen (1º: Siegfrieds Tod; 2º: Kriemhilds Rache).
País: Alemania.
Año: 1924.
Género: Drama, Fantasía, Épico.
Duración: 1º: 143 min.; 2º: 144 min.
Estudio: Universum Film (UFA); Decla-Bioscop AG.
Director: Fritz Lang.
Ficha: 1º: http://www.imdb.com/title/tt0015175/ 2º: http://www.imdb.com/title/tt0015174/

“Al Pueblo Alemán” es la dedicatoria que abre cada parte de la película, la adaptación cinematográfica de la obra cumbre de la épica germánica (El Cantar de los Nibelungos): vale la pena decir la Odisea alemana. Y con eso: ¿Qué? Bien, muchos son los aspectos artísticos de la obra (que justifican el gran cuentón que se fue en presupuesto), pero algo salta inmediatamente a la vista, aún de aquellos que no tienen la más mínima noción de historia: todo lo que no es alemán, es “literalmente” un cavernícola. Es la película de Lang que más les gustó a los nazis que iniciaban a mandar en Alemania. Y lo irónico de la historia es que Lang los detestaba, al mismo tiempo que les temía; pero lo todavía más impresionante, es que estaba casado con la que sería una relevante militante del nacional socialismo: su esposa Thea von Habou, escritora del guión de la película y de casi todos los guiones de Lang en su primera etapa en Alemanía. Aún más, años después Lang realizaría una película que sería prohibida por ir en contra de ese mismo pueblo al que dedicó una de sus mejoras obras y su auto-destierro de Alemania.

Pero más allá de sus controversias históricas, la película tiene dos grandes razones para ser vista y rescatada del olvido: Brunilda y Krimilda. No, no se trata de dos bellezas del norte, pero sí dos inhumanamente vengativas mujeres, en torno a las cuales se mueve la acción de la película. A través de ellas, le película está compuesta de imágenes impactantes que cumplen el propósito de gravase en las mentes de los espectadores: Brunilda riéndose del Rey Gunther y revelándole que por una mentira mató al “más leal de sus amigos”, Atila increpando a Krimilda “Señora, no eres humana”, y esta respondiéndole “No, el día que murió Sigfrido yo morí con él”, Hagen Tronje sosteniendo un escudo para proteger a su rey de un techo en llamas que se desploma, el trovador que continúa con su canto mientras es consumido por las llamas, entre otras. Además la magnitud de la obre, tradicional en las películas alemanas de Lang, también sorprende: cientos de actores en escena es escenarios gigantescos. Sin duda la época en que Lang pensaba en grande y tenía la capacidad de hacerlo cine.

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