martes, 7 de octubre de 2008

Un Ojo, una Hojilla, el resto no se entiende: Un Perro Adaluz.

Título Original: Un Chien Andalou.
País: Francia.
Año: 1929.
Género: Corto, Fantasía.
Duración: 16 mim.
Estudio: producido por Luis Buñuel.
Director: Luís Buñuel.
Ficha: http://www.imdb.com/title/tt0020530/

Ir en contra de los cánones de lo racional y obtener una realidad más real que las obtenidas por otros medios, teniendo en cuenta la emotividad de las imágenes, son características asociadas a surrealismo y los tipos de arte que influyó. Así el curioso origen de este extraño corto se remonta a una tarde en que Luís Buñuel y Salvador Dalí se contaron mutuamente sus sueños. El primero soñó con una navaja de afeitar seccionando un ojo y el segundo con hormigas que pululaban en su cuerpo. El resultado fue una película de imágenes agresivas, sin líneas temporales y aparentemente sin pies ni cabeza. Sin embargo, obviamente cómo podemos esperar que tenga pies y cabeza algo concebido bajo la influencia de los sueños, visiones y delirios; y esta es, la manera como podemos ver a la película sin que dentro de nosotros se cree una cara de incomprensión: bajo la óptica de sueños encadenados.

Pocas son las imágenes que no impactan al espectador y muchos los planos en los que se mueve la película. Algunas de ellas tienen un significado personal en tono de crítica por parte de los autores y otras son producto de sus no refrenadas mentes. Lo cierto es que después de verla vale la pena verse en un espejo y exclamar “¡¿Ah?!”, y después discutir sobre qué demonios es lo que acabamos de ver, sabiendo de antemano que no hay una “única” respuesta.

El rodaje de la película duró 15 días; fue producido, dirigido e interpretado por Buñuel (de echo la única película en la que actuó), y escrito en compañía de Dalí; dos actores del film (Pierre Batcheff y Simone Mareuil) se suicidarían años después, por culpa de severas depresiones; y para el momento de su estreno fue celebrada por las élites culturales habitantes de París.

Dejó un montón de imágenes que serían reutilizadas por sus mismos autores como por otros en una gran variedad de inusitadas representaciones (su influencia llega tan lejos como Alfred Hitchcock y El Silencio de los Inocentes). Pero sin duda su imagen más duradera es la del ojo siendo cortado por una navaja, sobre la cual Buñuel diría: “para sumergir al espectador en un estado que permitiese la libre asociación de ideas era necesario producirle un choque traumático en el mismo comienzo del filme; por eso lo empezamos con el plano del ojo seccionado, muy eficaz”.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No me gusta para nada la reseña, considero que deberías de informarte más sobre Salvador Dalí y Buñuel, no es solo "un ojo, una hojilla y el resto no se entiende" es toda una pieza con sentido, solo que debe ser leída de acuerdo a su concepción "el surrealismo", y para leerla entonces hay que entender sobre el arte. Por cierto el guión de la película es de Ambos y no solo de Buñuel como señala la ficha técnica.

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