jueves, 10 de febrero de 2011

Película Nro. 5: "Ninotchka".

Ninotchka Collage 14 días para enamorarse

Título Original: Ninotchka.
País: EEUU.
Año: 1939.
Género: Comedia, Romance.
Duración: 110 min.
Director: Ernst Lubitsch.
Ficha: http://www.imdb.com/title/tt0031725/

Pareja: Conde Leon D'Algout (Melvyn Douglas) y Camarada Ninotchka (Greta Garbo).

Hay muchas escenas que vienen a mi memoria con tan sólo el nombre de esta película. En primer lugar cuando una chica mecanizada pregunta datos exactos de lo que la rodea: el tiempo entre silbato y silbato para poder cruzar la calle, donde queda el norte sin tener una brújula o cuántos escalones tiene la Torre Eiffel y qué está incluido en el costo del boleto. Después cuando la misma chica se ríe de su galán en lugar de hacerlos de sus chistes, en un restaurante barato donde ha pedido un plato más basado en calorías que en comida. También me recuerda ese discurso de dos ebrios de champagne ante imaginarias masas en la suite real de un hotel. Y la carta que nunca pudimos leer porque estaba completamente censurada, a excepción del nombre del remitente, pero no obstante su sólo nombre es suficiente para revivir las esperanzas. Esta chica que demuestra una secillez, como cuando envidia a las golondrinas, por emigrar a otros países, dejándola a ella tan sólo el frío y oscuro invierno. En un sentido, a pesar de ser Ninotchka una mujer ya madura, es como si se estuviera aventurando recién en el paso de una niña a una mujer, cuando descubre toda la sensualidad de las cosas que la rodean y de ella misma. La recuerdo con su ridículo sombrero o con su vestido de baile blanco o con el camisón de seda que no se quitó en su huída de París.

No quiero decir lo obvio, basta con ver la película y entender todo el mensaje de la época y del lugar que ocupa cada personaje. Pero en un sentido más personal, algunos tienen a su Lady Eve, y otros, como yo, a su Ninotchka. Me explico: se me hace terriblemente fácil ser lo que llamarías una persona aburrida y mecanizada, es un refugio, y si bien nunca fui comunista (a pesar de que me llaman comunistoide) como en el caso de Ninotchka, en mí la religión y el ser un buen hijo me proveyó toda la mecanización que necesitaba: no tenía por qué pensar sino seguir las reglas; podía creer que al seguirlas seguía una causa y llenar la necesidad que todos tenemos de sentirnos importantes, esta vez por el cumplimiento de un deber; y podía pensar que así todo estaba bien. Ahora veo en la trasformación de este personaje la transformación que quiero para mí mismo.

Pero dejemos eso para después y centrémonos en el romance, que de eso es de lo que se trata todo esto. Todo comienza con romper ese hielo que nos entumece. Nosotros no estamos acostumbrados a eso, pero he visto que cuando se acaba el invierno hay flores que como que se sacuden la escarcha que las oprimía y florecen. Eso pasa con Ninotchka a medida que empieza a frecuentar a Leon, su presencia hace que se derrita la frialdad caracterizada maravillosamente y sin esfuerzo por Greta Garbo. No me sorprende que parte del mercadeo de la película haya consistido simplemente en que en una escena Garbo ríe. Y no es ella la única que se deshiela, también Leon, hombre acostumbrado a codearse con la superficialidad y el artificialismo del amor entre millonarios. Es como un baile de máscaras al que ha llegado el patito feo. Y esta es una de las cosas más mágicas de esta película: mezclar un ambiente tan festivo en otro de gran seriedad. Ambos están en los lados opuestos de la línea que separa a dos enemigos. Y ninguno de los dos puede renunciar voluntariamente a sus respectivos bandos.

No es Romeo y Julieta, en el sentido del odio, ni como la Cenicienta, en el caso de la envidia, es realmente un mundo de distancia lo que separa a ambos personajes o el amor entre dos mundos irreconciliables. El inicio de la película nos los deja bien en claro cuando nos dice: "Esta película tienen lugar en París en aquellos maravillosos días cuando una sirena era una chica de cabello castaño y no una alarma, y si un francés apagaba la luz no era como precaución a un ataque aéreo". Pero el humor de la película es tan delicado que trata todos esos temas terribles de una de las maneras más festivas posibles. Todo el encanto que el terror se llevó consigo, no lo retorna la franca simpleza de nuestros protagonistas. Ella escapa en un avión porque tiene que hacerlo, y me he dado cuenta que en el cine cuando un avión aparece es para algo malo, porque uno nunca espera que la otra persona te persiga hasta el fin del mundo en otro avión. Montarse en el avión es ya dar todo por concluido y dejar atrás cualquier esperanza. Sin embargo, una vez más siempre estará París, y cuando París falla, tenemos alguno de esos pequeños países desconocidos donde exiliarnos de nuestros perseguidores.

2 comentarios:

Carlos... uno más dijo...

Cástor lo mejor de esto post fue la aprarición como actriz invitada de "Strike a Pose"

Cástor, no ese el otro dijo...

jajajajaja sabia q te iba a gustar, estas loco me encanto la entrada, me pareció bastante centrada para haber sido escrita por un comunistoide

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