Título Original: City Lights.
País: EEUU.
Año: 1931.
Género: Comedia, Romance.
Duración: 87 min.
Director: Charlie Chaplin.
Ficha: http://www.imdb.com/title/tt0021749/
Pareja: Un Vagabundo (Charlie Chaplin) y Una Chica Ciega (Virginia Cherrill).
Esta es una adición provacativa, porque pocos tienen todavía la voluntad de ver el cine sin el sonido de los diálogos y del ambiente. Pero las películas de Charlie Chaplin son una excepción: tienen una magia que hace que este detalle de la falta de audio se convierta en un componente más de su estética. Ninguna película muda es tan fácil de ver y causa tan grande disfrute como esta, la película tiene algo que nos permite conectarnos inmediatamente con ella, y mantener esa conexión hasta el final; es un poco comparable a lo que hacía Disney con sus películas.
Dejando eso de lado, el personaje al que Chaplin ya nos tiene acostumbrados comienza su deambular de vagabundo nuevamente, sólo que esta vez tropieza a la vuelta de una esquina con una vendedora de flores que le ofrece su mercancía, y Chaplin, que se caracteriza por su sencillo entendimiento parecido al de un niño, se enamora inmediatamente de la flor y de la vendedora. Ésta es ciega y por lo tanto no puede ver a quién le está ofreciendo sus flores. Esto es importante porque la vendedora no sabrá la procedencia de este peculiar cliente hasta el final, y mientras tanto, delante de ella Chaplin aparecerá con la falsa identidad de una persona adinerada, posición que las ocurrencias y los vaivenes del humor de la película le proveen. La buena y mala fortuna se suceden una detrás de otra en la vida de Chaplin pero su amada vendedora sólo conoce la primera de ellas. Él la acompaña hasta su apartamento sólo para descubrir lo pobre que es, y sus inalcanzables esperanzas de poder pagar una operación que le devuelva la vista. El enamorado ahora tiene una misión.
A Chaplin, sin embargo, lo acompaña el clavel que le regala la vendedora a lo largo de todas sus aventuras. Lo vemos suspirar por ella en un banco cerca a un muelle; lo vemos tomar varios trabajos y fracasar en todos; y lo vemos con un millonario que sólo es su amigo mientras se encuentra ebrio. Al final nuestro pequeño vagabundo hará el mayor sacrificio por su amada: su infortunio a cambio de la fortuna de ella. Sólo Chaplin con su figura inocente y cándida, insisto en esto, muy parecida a la de un infante (o a lo que estaba en nuestras mentes de lo que era una niño, ya la realidad está pareciendo otra), puede hacer esto sin que parezca trillado, ridículo y un gran lugar común para las cursilerías. Lo hace con un encogimiento de hombros ante la vida, sin todas esas martirizaciones de la mayoría de los otros amantes sacrificados que conocemos. El reencuentro de ambos amantes es poco menos que maravilloso, y es una de las escenas que recordaré siempre y que no podrá ser igualada.
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