viernes, 4 de febrero de 2011

Película Nro. 11: "Howl's Moving Castle"

Howl's Moving Castle Collage 14 días para enamorarse

Título Original: Hauru no ugoku shiro (ハウルの動く城).
Título en Inglés: Howl's Moving Castle.
País: Japón.
Año: 2004.
Género: Romance.
Duración: 119 min.
Director: Hayao Miyazaki.
Ficha: http://www.imdb.com/title/tt0347149/

Pareja: Hauru (Takuya Kimura, voz) y Sofi (Chieko Baishou, voz).

Por supuesto no podía faltar una adición animada a esta lista, pero Uds. se preguntarán por qué no están viendo a La Bella y La Bestia o a La Cenicienta, y no les miento, lo consideramos en un principio. Sin embargo, decidimos hacer algo diferente y traer a uno de los nipones que más felicidad me han causado con todas y cada una de sus películas: hablo de Hayao Miyazaki y los Estudios Gibli (que por cierto son distribuidos a nivel mundial por Disney). La magia de esta película es sorprendente acompañada de una música relajante y cándida. Pero la magia de la que estamos hablando es diferente a la que nos tiene acostumbrados Disney. Los japoneses suelen ser un poco más realistas (entiéndanme no me refiero a ser pragmático sino a ser crudo) y, quizás debido a ello, un poco más descabellados en sus fantasías, al menos para mis estándares; se mueven entre esos extremos. Y ya verán por qué lo digo.

Una insignificante fabricante de sombreros es usada por una bruja como carnada para atrapar al famoso mago Hauru (Howl en inglés), un despreciable metrosexual cobarde sin corazón que lleva escondiéndose mucho tiempo. Y cuando digo sin corazón hablo en serio: resulta que en Japón existe la opción de venderle tu corazón al demonio en lugar de tu alma (el demonio Karushifaa que por lo demás es una de las cosas más bellas de ese filme). Y así es como Sofi (la insignificante fabricante de sombreros) se enamora del tipo ególatra que no sabemos si es que sólo es egoísta, pero sí bastante superficial e indiferente. En serio, ¿cuantas veces no nos hemos enamorado de un(a) idiota? Además la buena bruja tuvo la decencia de quitarle a Sofi su belleza, que no recuperará sino que se transformará en algo ligeramente diferente al final.

Al lado de Hauru, Sofi vive la experiencia de estar enamorada sin atreverse a manifestarlo y por lo tanto sin esperar el reconocimiento de él. Oculta en su aspecto transformado, hace todo lo que una esposa ama de casa haría, e inclusive puede decirse que tiene un hijo, ya que cuida del pequeño aprendiz de mago Marukuru. Ella trae un cambio al castillo de Hauru, peor lo defiende ciegamente en todas sus actitudes, inclusive en las malas. Se aferra a él de una manera que pretende que siga huyendo y siendo el mismo gran cobarde que siempre ha sabido ser. Pero el impacto de Sofi logra muchas más cosas de las que ella acierta a darse cuenta: el castillo no es lo único que cambia, también lo hace Hauru, el resto de los personajes e inclusive nosotros mismos. A medida que los dos protagonistas van construyendo un hogar, que no es más que ese lugar cálido y seguro donde el afuera no tienen ninguna importancia. No en vano el castillo no permite la entrada de todos sus enemigos y es incluso inmune a las bombas, además tiene salidas que nos permiten evadir todos los recuerdos tristes. No hay nada más cercano que este castillo a mi ideal de hogar. Y precisamente una de las cosas que más me gusta de esta película es la formación de una familia con extraños que nos acompañan en un viaje.

No será como los cuentos de las princesas de Disney, pero es más bien para aquellos que crecimos con las fantasías de Disney y vemos que la fantasía puede continuar aún a una edad más crecida.

Por último, no puede dejar de mencionar a lo mejor de ese film, el inigualable Sr. Nabo, nombre con el que después bautizamos al primer carro del otro autor de este blog.

0 comentarios:

Publicar un comentario