lunes, 21 de febrero de 2011

¡¡¡Invasión de los Óscars!!!

Oscar Invasion!!!

Al final de los años 20's del siglo pasado, la industria cinematográfica norteamericana radicada en California era lo suficientemente grande e importante como para que a alguien se le ocurriera que le hacía falta un poco una imagen institucional; "algo" que se encargara de darle un sentido a la producción masiva de películas; "eso" que nos dice cada cierto tiempo qué se está haciendo y qué se debe ver. Para una industria que hoy produce más de 500 cintas en un solo año, esto tiene sentido: es importante reducir ese número a unas pocas en las que centrar la atención. Es decir, había que pensar en el futuro, en las futuras películas y en los futuros realizadores, y esto sólo significaba una nueva forma de hacer relaciones públicas.

Pongámonos en contexto: el final de los años 20's es una fecha significativa por muchas razones, en especial 1927. En primer lugar se estrenó El Cantante de Jazz, lo que marcó el inicio de la Era Sonora del Cine y el fin de toda una forma de hacer cine. Ni siquiera la llegada del color al cine fue tan revolucionaria como la llegada del sonido. En segundo lugar, y más importante aún, Louis B. Mayer sentaba las bases de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas (AMPAS por sus siglas en inglés) y para 1929 la primera entrega de los Premios de la Academia reconocía los méritos de los años 27-28. En tercer lugar, aunque no sea tan importante para muchos, este también es el inicio de la Era Dorada de Hollywood, que duraría hasta finales de los años 50's, dejándonos todos esos íconos en estrellas y el ícono que es el Óscar, la Alfombra Roja y los Discursos de Aceptación: toda la Ceremonia en sí. Todo lo que conocemos gracias a su trasmisión en tv, sin lo cual los Óscars no serían lo mismo.

¿Cómo se logró esto? Bien los Judíos hicieron Hollywood, y todos sabemos que todo lo que tocan se convierte en oro (no es que los ame pero esto es cierto). Sus padres ucranianos le pusieron el nombre de "Lazar", pero una vez emigrado a los EEUU lo cambió a "Louis", Louis B. Mayer (nunca olvidemos quel estilo estadounidense lleva una inicial en el medio) para ser exactos. Fundador de la Louis B. Mayer Pictures Corporation cuando Marcus Loew, compró la Metro Pictures Corporation de Richard A. Rowland (único no-judío en este post), la Goldwyn Pictures Corporation de Samuel Goldwyn y la de Mayer para crear la nueva MGM. Esto ocurría el 16 de abril de 1924, y Mayer quedó a cargo de los nuevos estudios (digo todo esto no por atorrancia sino para que se entienda el peso del personaje). Tres años más tarde cenando junto al actor Conrad Nagel, el director Fred Niblo y el productor Fred Beetson, expone su idea: crear un club abierto a los profesionales cinematográficos para impulsar su desarrollo. ¿Cómo? Haciendo de la mera producción un espectáculo. El primer banquete se celebra el 11 de enero de 1927 en el Hotel Embajador de Los Ángeles, convirtiéndose los 36 asistentes en los fundadores de la AMPAS. Para mediados de marzo ya toda a burocracia estaba lista y Douglas Fairbanks se convirtió en el primer presidente de la Academia. El 11 de mayo se daría el primer premio, honorífico por supuesto, a Thomas Edison, irónicamente el responsable de que la industria se mudara a Hollywood huyendo de sus abusivas patentes. El siguiente paso era lógico: "La mejor forma de manejarlos fue colocar medallas a todos ellos. Si yo les tengo copas y premios ellos se matarían por producir lo que quiero. Es por esto que el Premio de la Academia fue creado". Esta es la filosofía del Óscar explicada por su creador.

Mayer intentó despistarnos con el nombre de "Academia", que le confiere a la organización un aspecto más de "expertos trabajando", pero sus decisiones nos muestran otra realidad: el club que hay detrás de todo. Aquellos profesionales de la industria que son invitados por algún mérito pueden pertenecer a la Academia, engrosando cualquiera de las 15 “áreas generales” o “ramas” en la que dividen a todos los que tienen algo que ver en la realización de la película. Todos ellos votan (son más de 6.000 personas votando este año) y la Academia se escuda detrás de este concepto: los más calificados para calificar películas son los que las conocen por dentro. ¡Y Dios sabe que esto es falso! Pero de los errores hablaremos luego. Con o sin ellos, y quizás gracias a ellos, la Academia siempre reclama el derecho a tener razón, nosotros a veces a refutárselo. Nunca los premios serán definitivos hasta aprobar lo que el paso del tiempo tenga que decir. Pero año tras año la Ceremonia se repite, se hace un borrón y cuenta nueva y el sólo obtener una nominación lanza tu película a la palestra. En palabras sencillas cualquier cosa que tenga el rótulo "nominada" o "ganadora" produce el efecto de "hay que verla", independientemente de que nunca la termines viendo. Es mucho más efectivo una simple nominación que la mejor de las campañas publicitarias, porque el cine más visto en el mundo se está premiando a sí mismo y no podemos escapar de la atracción con que nos deja pegados al televisor, aún cuando no sea difícil saber quién va a ganar y la competencia no sea reñida. La palabra “Mejor” siempre será engañosa pero eso no nos preocupa, porque no sólo las películas sino también la entrega del premio es un espectáculo: todo puesto para que sigamos viendo, por eso Mayer entendió bien su negocio, se trata de que la mayor de las gentes te siga viendo.

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